top of page
Empathy G1.gif

Un par de ojos se encuentran. Jessica Dunn Rovinelli y Em Cominotti son amigas entrañables. Ambas comparten créditos en Empathy. Jessie como directora, Em como protagonista y co-productora. En Empathy, su vínculo nunca parece concretarse en palabras, sólo se alcanza a intuir en segundos eternos y tiernos paneos. Este amor es paciente.

 

La relación afectiva preexistente a la película supone un acercamiento único entre la mirada de Jessie y la corporalidad de Em. La cámara acompaña en las exhalaciones más minúsculas del tiempo, en la estropeada bienvenida a un helado amanecer, bajo la lluvia indiferenciada de la regadera, de la mano de una meditación guiada por una aplicación británica (?). La pulcra estructuración del tiempo propuesta por Jessie comprende un tránsito, un desentrañamiento de las urbes y de los engranes del trabajo sexual. 

 

Con un pie fuera del intercambio cíclico de identidades en la abstracción contemporánea, la presencia físicamente inalterada de Em confiere estructura a Empathy. Una de las primeras escenas la encuentra cubierta de sábanas en un rendir íntimo matutino. La estadía prolongada de un plano con sensaciones y emociones tan desnudas advierte el despojo en la soledad de Em. Como una pariente lejana de Jeanne Dielman. Si el filme de Chantal Akerman se caracteriza por los minúsculos desbordamientos en el rigor cotidiano, el de Jessie Dunn Rovinelli encuentra su voz en la confrontación rotunda de la vulnerabilidad del cuerpo en el siglo XXI. Una noche como escort en Nueva York supone maquillar las marcas que dejan las agujas en tus brazos, atravesar un complejo Frankenstein de afectos y, ultimadamente, tener sexo con el tipo que lee sonetos de Shakespeare en la cama (en una escena que, en un giro de eventos muy posmoderno (¿si estoy usando bien esta palabra?), ha ganado mucha popularidad en un foro dedicado a las películas con sexo no simulado). Con su paciente y comprometida documentación cotidiana, Empathy materializa una vida frecuentemente especulada en discusiones de Twitter, tesis doctorales, sistemas legales que prolongan condiciones precarias y demás plataformas desentendidas de la realidad de Em.

 

El corazón de las imágenes filmadas por Jessie está inscrito en la piel debajo del ombligo. La espera devela un rayón inconfundible en el cuerpo de Em. Dentro de los límites de la webcam, Em y Jessie encuentran suficiente libertad para resquebrajar los intereses de esOs clientes con “corazón de poeta” (son un asco, como siempre), la explotación material del deseo queer y el rechazo sistemático de la adicción.

-ang3lxmy3rz

Empathy

2016

Jessica Dunn Rovinelli

83 min

bottom of page